Semana de la hecatombe. El Barça le fue a susurrar sus penas a Hannibal Lecter, el Bayern, un grupo de individuos sin miramientos, al que le da igual la década. Un verano le metió 9-1 al Madrid en un amistoso que no vio nadie y otro verano le ha metido 2-8 al Barça en una retransmisión planetaria.
El Bayern es un cambiador de vidas. La historia de Atlético, Real Madrid y Barça sería distinta sin este club. Se le odia, teme y admira a partes iguales. Su número de apocalipsis creadas es superior a las Copas de Europa conquistadas, que parece mentira que sean sólo cinco.
Hay equipos que frenan por un libro no escrito de tacto cuando el rival es un guiñapo y ya lleva seis en el cuerpo. El Bayern acelera y se enfada si el partido se acaba. Está programado para hacer daño.
El gol de Torpedo Müller
Un célebre día de 1976 el Bayern de Beckenbauer, Hoeness, Maier y Torpedo Müller, entre otros ángeles del infierno, visitó el Bernabéu del fútbol de pie en partido de Copa de Europa. Se adelantó el Madrid y entonces sucedió algo extraordinario. Se estaba repitiendo una jugada por la tele y el plano siguiente fue Torpedo Müller celebrando un gol. Así era el Bayern. Metía goles cuando no se les enfocaba para helarte la sangre. Ese gol no se ha visto y sigue sin verse.
Para desgracia del Barça los goles de Lisboa no sufrieron interrupciones técnicas. Lo que se presenció en Lisboa fue un equipo que le ofreció una bolsa de ganchitos al Keith Richards que no usaba relojes. Cogió el paquete, lo pisó, lo aplastó y citó al dueño para otro año.
Cuando se vean de nuevo, Setién, que ha envejecido diez años en seis meses, no será el entrenador del Barça. Dos sentencias de su corto trayecto. "Sólo puedo garantizar una cosa: mi equipo va a jugar bien". "Nos vamos a divertir". Garantizar no existe en el fútbol. Llegar a un Barça que recuerda a Cruyff y Guardiola con la promesa de ser un Picasso era demasiado arriesgado.
Simeone no engaña
El Atlético le debe un favor al Barça. Su hecatombe contraprogramó a lo bestia el tortazo del equipo ante el Leipzig. En Lisboa quedó claro que los equipos alemanes van a un ritmo y los de aquí van a otro. Simeone, el Messi rojiblanco, y el Atlético se necesitan mutuamente. En este momento hay dudas sobre quién necesita más a quién. El argentino no va a engañar a nadie. Sus equipos son así le traigan a quien le traigan. En Ipurua o en el José Alvalade.
Otra cuestión es la tamborrada que pretende colar que la temporada del Atlético ha sido buena. Eliminado de la Copa por la Cultural y de la Champions por el Leipzig, eso suena a propaganda de saldo para un grande. Si los oyera Luis Aragonés los llevaba a todos a la pipera de Montera.
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